Introducción
Es ciertamente solemne entrar a profundizar en todo el resplandor de la vida de nuestro Señor y Salvador; ya desde su origen divino, su nacimiento, su caminar, su muerte, su resurrección y ascensión a las alturas sentándose en el trono del Padre, estando hay nosotros pisamos un terreno sagrado, en cuanto los relatos que estos evangelios nos presentan al Señor en sus diferentes glorias y carácter de su andar en la tierra, cuando habitó en humildad aquí entre nosotros, fue el deseo divino de Dios, así mismo por la actividad del Espíritu Santo, que se nos fuesen mostrados como un relato en cuatro Evangelios la vida de Cristo y así poder manifestar bajo un prisma, las perfecciones infinitas del Unigénito Hijo de Dios, cada uno de estos libros en sí tiene su propio sentido el cual veremos a continuación y del cual podemos contemplar en Señor en toda su fuerza y plenitud la belleza de su persona y el poder de su amor triunfante.
El evangelio según Mateo nos muestra a Cristo como el Rey de Israel, Aquel que fue prometido a los hebreos del A.T. por qué, bajo el Mesías, todas las promesas de Dios, que habían sido entregadas de antemano a los santos en tiempos pasados, todo ello tendría su más fiel cumplimiento en el Señor Jesús, es por ello que este evangelio está plagado de citas del A.T. Aquí el Señor es el heredero real de la casa de David, “el león de la tribu de Judá”, así también vemos los rasgos más explícitos del rechazo de los judíos al Señor y los juicios pronunciados a este pueblo.
En segundo lugar, tenemos el Evangelio según Marcos, este evangelio nos lleva a desplegar todas las delicias divinas de Cristo como el siervo obediente a la voluntad del Padre, es allí que este Canon Sagrado nos habla como al Señor sin ninguna o muy poca preeminencia, Él camina como el siervo perfecto y Su servicio radica en que Él sirva a todos y de a los demás y aunque Él esté sujeto a ello, El señor siempre glorificó al Padre más siendo un siervo, que al mostrar los poderes divinos de su Ser, tal era esta Su porción en la tierra, que siempre tuvo pleno conocimiento que este tiempo era de Su humillación, para luego ser revestido de toda majestad en las alturas, habiendo cumplido en plenitud los consejos del Padre en la tierra.
Luego aparece el Evangelio de Lucas, bajo este libro contemplamos al Señor en su gloria como el Hijo del Hombre, un hombre bajo ley y sujeto a la debilidad que lo caracteriza, aquí el Señor es mostrado siempre en dependencia del Padre, es por ellos que le vemos orar en cada momento a su Dios, Su andar en rectitud es la gloria que le pertenece, nosotros encontramos al postrer Adán, según todo lo que se había perdido en el principio por el primer hombre, Él viene a restituir tal bendición, al mismo tiempo a reivindicar la santidad de Dios ante los hombres.
Ahora llegamos al Evangelio que tiene su carácter fuera de lo que solo es concerniente a la tierra, su objeto son los cielos y Quien descendió de allí, aquí el Señor Jesús es el Hijo de Dios, el Verbo hecho carne, Dios manifestado en un cuerpo a toda creación en los cielos como en la tierra, Su poder divino es siempre desplegado en toda su energía, el Señor yergue e ilumina como la luz más resplandeciente de la misma naturaleza de Dios.
En tanto que; Mateo, Marcos y Lucas, están conectados con Cristo en su sentido más estricto mirando la tierra, por lo tanto, es como lugar de expresión ante lo profetizado en el A.T. En cambio, Juan desde su posición como el último de los Evangelios, él nos relaciona a Cristo con Sus glorias descritas en el N.T. más cercanas a las alturas celestes y donde le vemos glorificado en las epístolas en su más plena expresión de lo que Él fue, es y será por la eternidad.
Mediante estas notas, es el propósito estimado lector cristiano, que el Señor pueda ser nuestro más bendito centro, ya sea de nuestra vida, así como de nuestros pensamientos, Él debe gobernar nuestra vida en toda forma, él debe ser el señor de nuestra voluntad, solo Él es digno de tal posición, todo su Ser debe ser lo más preciado para nosotros, así mismo como cristianos debemos seguir sus sendas, que su vida sea nuestra medida y que sus palabras sean las nuestras, sabe el Señor que estas letras solo sean para alabar su nombre, sobre todo y ante todo.
Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida... (Juan 14:6).
Autor. Editor.